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Turquía: Erdogan dispuesto a restaurar la pena de muerte

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijo hoy que firmará la restauración de la pena de muerte “si es aprobada por el Parlamento”, en un nuevo desafío a una Unión Europea (UE) que se resiste cada vez más al ingreso turco, y a la cual ya amenazó con abrir paso a los refugiados que acordó retener en su país.

La Comisión Europea (CE), el Ejecutivo de la UE, considera que restablecer la pena de muerte provocaría una interrupción inmediata de las negociaciones de adhesión con Turquía.

Erdogan ya había amenazado, también hoy, con abrir las fronteras de su país para permitir que los refugiados lleguen a Europa, una medida que implicaría el colapso de un acuerdo bilateral que colaboró con una gran disminución del flujo de migrantes hacia territorio europeo y recibió inmediatas réplicas desde Bruselas y Berlín.

Ahora, en un gesto que parece calculado para incrementar todavía más las tensiones de Ankara con los 28 integrantes de la UE, Erdogan hizo su nuevo anuncio desde Estambul, la urbe más grande y más europea de Turquía, donde inauguró un complejo social islámico.

El trámite parlamentario para reinstalar la pena capital en Turquía lo inició el islamista Partido de Justicia y Desarrollo (AKP), fundado por Erdogan, después de la declaración del estado de emergencia a consecuencia del golpe de Estado fallido del 15 de julio pasado, informó hoy el diario opositor BirGün en su edición electrónica.

Anteriormente, el presidente turco había dicho que no sería una ley retroactiva, por lo que no iba a afectar a los responsables del intento golpista del pasado 15 de julio.

Aunque el trámite del ingreso de Turquía a la UE ya lleva años, el país integra el Consejo de Europa, y en tal carácter está obligado a cumplir la Convención Europea de Derechos Humanos, que explícitamente prohíbe la pena capital.

La pena capital en tiempo de paz fue abolida por el Parlamento turco en agosto de 2002, pocos meses antes de que el AKP ganara la elecciones con mayoría absoluta y se hiciera con el Gobierno.

Ya el comentario previo sobre la apertura de las fronteras a los refugiados provocó una inmediata advertencia de la portavoz de Angela Merkel, canciller de Alemania, país que ayudó a forjar el acuerdo, y que consideró que las “amenazas” del presidente no ayudaban, y otra de la CE.

En respuesta a la recomendación que hizo ayer el Parlamento Europeo (PE, o Eurocámara) de congelar el proceso de adhesión de Turquía a la UE como consecuencia de la campaña represiva lanzada por Ankara dentro del país luego de un intento de golpe de Estado ocurrido en julio pasado, Erdogan amenazó hoy que “si van más lejos, abriremos la frontera”.

El presidente resaltó que la UE “necesita a Turquía” como refuerzo y que en su país viven más de 3 millones de refugiados “sin apoyo de las autoridades europeas”.

Turquía y la UE pactaron en marzo de este año un acuerdo, que permitió reducir drásticamente el número de personas que cruzan el Egeo de Turquía hacia Grecia y alivió la crisis de refugiados que enfrenta Europa desde 2014, y que ha visto llegar a las costas europeas a más de 1,3 millones de migrantes irregulares desde entonces.

Como contrapartida, la UE apoya económicamente el cuidado de los refugiados en Turquía, acoge desde allí el mismo número de sirios interceptados en Grecia y promete liberalizar su régimen de visados para viajeros turcos, siempre y cuando se cumplan una serie de condiciones.

Hasta ahora, esta liberalización no se ha producido porque Turquía se niega a reformar sus estrictas leyes antiterroristas.

Las tensiones entre Turquía y la UE se dispararon luego de un intento de golpe fallido contra Erdogan en julio pasado en el que murieron 300 personas. El mandatario acusó a Occidente de haber respaldado la asonada y luego a la UE en particular por no haberle dado el apoyo que creía necesario.

Luego del golpe, unas 40.000 personas fueron detenidas, entre ellas 10.000 militares y más de 2.700 jueces. Unos 15.000 empleados públicos fueron echados y se revocaron las licencias de unos 21.000 docentes de instituciones educativas ligadas a Fethullah Gülen, un clérigo autoexiliado en Estados Unidos al que Erdogan acusa de haber instigado el golpe militar y cuya extradición Ankara insiste en obtener.

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