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Corinthians le ganó a Independiente y lo deja complicado

Ariel Holan es, antes incluso que un apasionado hincha de Independiente , un estudioso del fútbol. Su nutrido equipo de colaboradores, entre otras tareas, estudia tan al detalle a los rivales como a las fuerzas propias que, en la medida que sus jugadores cumplen con lo planificado, resulta difícil que lo sorprendan, sobre todo en esos partidos jugados con los músculos tensos, de los que importan de verdad.

La vida de Corinthians en tiempos contemporáneos cambió cuando Tité comenzó a trazar sus líneas maestras, las mismas que transformaron el rostro de la selección brasileña en un par de meses, allá por 2010. Y aunque el iniciador del proceso ya no esté en el club, Fábio Carille, actual ocupante del banco, mantiene inalterables las claves tácticas. El acento está puesto en el orden y la presión defensiva en cualquier sector de la cancha, en la solidaridad para ponerle obstáculos al adversario cuando quiere progresar por afuera y en apretarse para cerrar los pasillos inferiores si la idea es ir por adentro.

Mucho análisis, mucho pizarrón de uno y otro lado, también muchos cuidados. La noche de Copa en Avellaneda estuvo marcada por aquella frase que, a contramano de la opinión general, soltó René Houseman durante el Mundial de Brasil: “Cada vez se defiende más y se juega menos, solo que ahora se defiende más arriba”.

Le dio la razón el Timao con la clara intención de no refugiarse cerca de su área salvo si el equipo de enfrente lo empuja contra su arco, y así pudo frenar al Rojo a suficiente distancia de Cássio como para no pasar demasiados sustos. No se quedó atrás el local, voluntarioso para agruparse y poner el físico y lo que hiciera falta para estirar el gran momento de Campaña.

Cuando ocurren estas cosas, los partidos hacen las delicias de quienes gustan de escudriñar cada detalle de los movimientos de un equipo pero suelen ser avaros en emociones, por lo menos hasta que el cansancio o algún suceso aislado rasga los libretos establecidos.

El primer tiempo se fue en ese duelo de esgrima. Tuvo sus momentos favorables Corinthians, gracias a la habilidad de Clayson por izquierda y la facilidad de Rodriguinho para encontrar espacios donde recibir y asociarse. Contó con un par de aproximaciones interesantes Independiente gracias a la electricidad de Benítez, cuya mejoría en la resolución de las acciones resulta notable en los últimos tiempos.

Los de Holan sintieron la baja del 7 -hace varias semanas que su musculatura vive al límite- en el complemento. Reapareció Meza, ovacionado por la gente, pero no fue el factor desequilibrante habitual. Es cierto que la entrada de Gigliotti le dio una nueva variante, la de tener a alguien que incomodara a los corpulentos centrales del Timao, pero les faltó a sus volantes voracidad para ser los continuadores de la pelea del centrodelantero.

Del otro lado, Corinthians nunca renunció a que sus rapiditos de ataque impusieran la velocidad y habilidad para quebrar a Figal -de muy buen partido- y compañía. De hecho, ya había amenazado un par de veces en los 45 iniciales, con salidas a las que les faltó definición.

El partido se sostuvo en el aire, pendiente de un detalle menor, dado que no había modo de sacarse ventaja en el dominio y la lucha táctica. Y en eso estaba cuando Mateus Vital logró poner un centro con pimienta, Jadson ganó por arriba y el Timao se llevó una victoria que pudo ser para cualquiera.

Cayó del lado brasileño y se le puso cuesta arriba la Copa al Rojo, aunque tenga poco que reprocharse. Solo que en el fútbol, muchas veces, los papeles mejor escritos suelen romperse en un segundo.

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