Dolor de panza y constipación: un mal recurrente en los niños

La constipación, definida como una disminución en la frecuencia de las deposiciones y/o evacuación dolorosa de heces duras o voluminosas, afecta hasta al 30% de los niños. El dolor abdominal que se le asocia es una causa frecuente de visita al pediatra por lo que una  intervención temprana  es importante para modificar hábitos y  trabajar sobre las conductas retentivas  tan comunes en los niños, mejorando así su calidad de vida.

La prevalencia de la constipación varía con la edad con más casos entre los 2 y 4 años y suele darse en tres momentos en particular: cambio de lactancia materna a fórmula, inicio de la dieta con alimentos sólidos, dejar el pañal y el inicio de la etapa de escolarización. Hay algunas conductas que pueden orientar el diagnóstico de constipación crónica: el niño va al baño menos de 2 veces por semana, tiene deposiciones dolorosas o de gran volumen que tapan el inodoro, y debe hacer esfuerzo para defecar. En más del 95% de los chicos constipados la causa es funcional, es decir, no hay causa orgánica.

Otra señal es el denominado “escurrimiento”, un tipo particular de incontinencia que se asocia a la constipación. Al estar tan ocupado el intestino grueso, la materia fecal en formación no se endurece y se va escurriendo a través del intestino ocupado. El niño presenta la ropa interior manchada, por lo que puede confundirse con diarrea, pero en realidad habla de una elevada constipación. Además, algunos síntomas indirectos asociados pueden ser irritabilidad, falta de apetito, distención y dolor abdominal, los cuales mejoran cuando los chicos presentan deposiciones.

Ciertos factores  pueden predisponer a que el niño sufra de constipación: historia familiar  (hermanos y/o padres), paso de la lactancia materna a leche de fórmula, otros cambios en la dieta, poca ingesta de fibras, escaso consumo de agua, miedo a hacer caca en el inodoro/pelela o no querer ir al baño en la escuela, entre otras. Hasta la pubertad, la constipación afecta tanto a niñas como a niños, luego es más prevalente en ellas.

En particular, la época del control de esfínteres predispone a la constipación por múltiples causas. Los niños retienen por más tiempo la materia fecal, tal vez no quieren hacer en la pelela /inodoro, si  las heces son más voluminosas pueden producir dolor. Esto se convierte en un círculo vicioso, más duele, más retiene, y mayor es el tamaño de las heces. La única forma de romper con esto es aumentar la fibra de la dieta, bajar la cantidad de leche de vaca que toma, y valorar si el niño está realmente listo para dejar los pañales.  En tanto, en chicos en edad escolar es frecuente que la constipación pase desapercibida, son más autónomos y van al baño solos. En este grupo, la “constipación oculta” es una causa muy común de dolor abdominal recurrente.

El tratamiento se enfoca en primera instancia en modificar la dieta y la ingesta de líquidos, luego evitar el hábito del niño de posponer las ganas de ir al baño.

·         Dieta rica en fibras previene la constipación leve a moderada. Una meta razonable para un niño es ingerir alrededor de 7-10  gramos de fibra diarios. Cada porción de frutas o verduras aporta 1 gramo, por lo cual el objetivo de 5 porciones de fruta y verdura en el día es una forma  accesible de prevenir la constipación. La cáscara de las frutas aporta más fibra aún, con lo cual bien limpias y sin pelar es una buena opción para sumar, comiéndolas enteras o como parte de licuados. Los jugos, aun exprimidos, tienen poco contenido de fibra y no se recomiendan. Otra opción son los cereales integrales ricos en fibras.

·         Ingesta de líquidos. El niño debe consumir una buena cantidad de líquidos estimada en un 1 litro por día preferentemente de agua (sin endulzantes ni jugos artificiales). Y hay que ofrecerles para que la tomen durante todo el día.

·         Cambio en la lactancia. La transición de leche materna a leche de fórmula parece desencadenar constipación. Se puede limitar la leche de formula  a 400-700ml diarios, alternando con la materna hasta retirar la misma. Asegurarse que la alimentación complementaria  tenga buen contenido de fibras.

·         Consumo de leche de vaca. El exceso de leche entera de vaca (más de un litro diario) puede lentificar el tránsito intestinal y saciar al niño, que termina no consumiendo otros alimentos ricos en fibra. En niños mayores a un año son suficientes 500-700 ml de leche diarios para llegar a los requerimientos de calcio necesarios para la edad.

Cuando el niño está severamente constipado, las opciones terapéuticas son laxantes osmóticos (por ej. Barex,  Lactulon) o desimpactación con enema. Es imprescindible que la indicación de tratamientos farmacológicos para la constipación sea indicada y supervisada por un pediatra. Es importante tener en cuenta que los laxantes no tienen capacidad adictiva, que son idealmente transitorios hasta que las modificaciones conductuales se hacen hábito, y que si en algunos pacientes su uso es prolongado, se debe a la mala evolución y no por dependencia o acostumbramiento.

Por otra parte, hay algunos casos en los que la constipación obedece a causas orgánicas. Hay algunos signos de alarma a tener presentes para descartar esta situación: constipación que comienza antes del primer mes de vida, sangre en la materia fecal (sin evidencia de fisuras anales), retraso del crecimiento, distensión abdominal anormal, posiciones anómalas del ano, pigmentaciones o lesiones a nivel de la columna, etc. En estos casos es indispensable consultar con el pediatra de cabecera para determinar la necesidad de estudios específicos.

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