Tres policías muertos en Baton Rouge, EEUU
El hecho ocurrió cerca de la comisaría de East Baton Rouge, la misma ciudad en donde hace sólo algunos días hubo un nuevo caso de gatillo fácil cometido por un oficial blanco contra un ciudadano negro y desató protestas raciales.
El alcalde informó que tres policías murieron, entre “cuatro o siete” sufrieron heridas y se están investigando las causas del suceso, según el canal de noticias MSNBC.
En un episodio poco claro, tres policías murieron hoy en un tiroteo cerca de una comisaría de la ciudad estadounidense de Baton Rouge, en el estado de Luisiana, la misma en donde hace algunos días se registró un nuevo caso de gatillo fácil de un oficial blanco contra un ciudadano negro en un hecho que desató protestas raciales y reavivó la tensión en el país.
En conferencia de prensa, el jefe de Policía de Baton Rouge, Carl Dabadie, informó que tres policías fallecieron y tres fueron heridos, uno en estado crítico, luego de enfrentarse a un atacante con un rifle de asalto.
Las autoridades de la ciudad y el estado de Luisiana anunciaron que el agresor murió a tiros en el enfrentamiento y que “la situación está contenida”.
El tiroteo reactivó el clima de tensión racial y política que se vive en Estados Unidos en los últimos meses, principalmente por nuevos casos de gatillo fácil contra jóvenes negros y por el reciente ataque contra un grupo de policías en Dallas.
Como si esto no fuera suficiente, este nuevo tiroteo coincidió con la víspera del inicio de la Convención Nacional Republicana en Cleavand, Ohio, en la que uno de los dos principales partidos políticos del país elegirá a su candidato presidencial en un evento que Washington ya elevó a rango de interés de seguridad nacional.
Sin perder el ritmo de campaña, Trump repudió el ataque de hoy vía Twitter.
“¿Cuántos oficiales y personas tienen que morir por la falta de liderazgo en nuestro país? Demandamos ley y orden”, escribió en su cuenta de Facebook.
Se desconocen los motivos del tiroteo, pero inmediatamente los medios locales recordaron que el incidente se produjo días después de que durante una protesta contra dos nuevos casos de violencia policial en el país -uno de ellos registrado precisamente en Baton Rouge- un ex soldado negro mató a cinco policías en Dallas.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien llamó a la unidad nacional y racial durante el memorial realizado en honor de los agentes muertos en Dallas, condenó el ataque en el “sentido más fuerte de la palabra” y dijo que “no hay justificación para la violencia contra las fuerzas de seguridad”, según un comunicado difundido por la Casa Blanca.
Obama, que ofreció por teléfono todo el apoyo del Estado federal al gobernador de Luisiana, pidió “que no haya errores, que se haga justicia”.
“Si bien no sabemos claramente los motivos del ataque, son la obra de cobardes que no hablan por nadie (…). Estos ataques a servidores públicos, en un Estado de Derecho, y a una sociedad civilizada, tienen que parar”, reclamó el mandatario, citado por la agencia de noticias EFE.
El tiroteo se produjo durante la mañana de hoy en las inmediaciones de la comisaría de policía de la ciudad y, según dijeron fuentes de la investigación a la cadena de televisión CNN, los agentes habían recibido una llamada que advertía de la presencia de “un individuo sospechoso armado con un fusil de asalto caminando por la autopista Airline”, que pasa frente al cuartel policial.
A la llegada de los policías del distrito este de la ciudad comenzó el tiroteo, en lo que parecía una emboscada a los uniformados, según las autoridades.
Mientras se multiplicaban los rumores y crecía el temor por un nuevo ataque contra policías, las cadenas televisivas mostraron imágenes en las que se escuchaban los tiros y luego a las fuerzas de seguridad acordonando la zona y varias unidades de fuerzas especiales de los SWAT rodeando el lugar.
Desde el Centro Médico Nuestra Señora del Lago, fuentes hospitalarias informaron que recibieron a cinco policías: tres fallecieron, uno está en estado crítico y otro estable.
El gobernador de Luisiana, Jon Bel Edwards, que se acercó al hospital para ver a los heridos, calificó este hecho “como atroz e injustificable” en tiempos “que necesitamos unidad y sanarnos” y confirmó que “todas los recursos disponibles del estado serán usados para asegurar que los perpetradores sean llevados rápidamente a la justicia”.
El martes pasado la policía de Baton Rouge había informado de la detención de tres personas que habían robado armas supuestamente para atentar contra uniformados, en momentos en que la ciudad hervía con protestas en contra de la brutalidad y el racismo policial.
Los detenidos, tres jóvenes de 13, 17 y 20 años, habían asaltado una tienda de armas el fin de semana previo, y uno de ellos confesó que tenían intención de matar a uniformados de Baton Rouge en represalia por la muerte de Sterling, según informó por entonces la Policía.
Esto sucedió apenas dos días después del multitudinario entierro de Alton Sterling, un hombre negro de 37 años que vendía CDs frente y que murió a manos de dos agentes blancos que acudieron al lugar por una llamada anónima que denunciaba la presencia de una persona que amenazaba a los transeúntes.
De acuerdo a la secuencia de los hechos, que fueron grabados en video por los transeúntes, los agentes dispararon a quemarropa a Sterling a pesar de que ya lo tenían reducido en el suelo.
Sterling les dijo que tenía un arma, declarada y legal, en su bolsillo, pero según testigos, nunca la sacó ni amenazó a los policías.
Este nuevo caso de gatillo fácil generó una oleada de protestas en todo el país, pero con epicentro en Baton Rouge, contra la violencia policial contra la comunidad negra. Noche tras noche, miles de personas salieron a marchar por las calles de varias ciudades estadounidense y, en muchas de estas manifestaciones, fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad.
En total, más de 200 manifestantes fueron detenidos.
El ataque de hoy cerca de la comisaría de Baton Rouge también se da unas horas después de otro masivo funeral vinculado a este mismo clima de tensión, el de Philando Castile, el joven negro asesinado la semana pasada -un día después de Sterling- en otro caso de gatillo fácil y abuso policial de un agente en Minnesota.
Castile, de 32 años, murió en Falcon Heights, un suburbio de Minneapolis, al recibir varios balazos de un policía que lo paró en su vehículo por una infracción leve de tráfico.
La tensión racial, la violencia y el gatillo fácil terminaron de dominar la escena política de Estados Unidos unos días después de las muertes de Sterling y Castile, cuando en Dallas, un veterano de la guerra de Afganistán de 25 años, Micah Xavier Johnson, mató a cinco policías e hirió a nueve personas, siete de ellas también agentes, durante una marcha contra la violencia policial.
La matanza de Dallas se produjo a más de un año de repetidos episodios de tensión racial, especialmente tras la muerte del joven negro Michael Brown, en Ferguson (Misuri), en agosto de 2014, a manos de un agente blanco que luego fue exonerado de todos los cargos.