Guns N’ Roses en River: una potente máquina de rock
La banda californiana ofreció en la noche del viernes un soberbio concierto en un colmado estadio de River Plate, en el marco de la gira “Not in this lifitime”, que reúne a sus históricos miembros que lograron resucitar el incendiario espíritu musical que hizo famoso al grupo, sin la necesidad de apelar a la nostalgia como recurso para emocionar al público.
A 23 años de su última visita al país, con un repertorio en el que no faltó ninguno de sus clásicos de los `90, la banda se mostró, dentro de su desprolijo estilo, como una demoledora máquina de rock sostenida en la descomunal tarea de Slash en la guitarra, el sólido soporte del bajo y la voz de Duff McKagan y el oficio de Axl Rose, capaz de sortear cualquier deficiencia producto del paso del tiempo.
La banda contó con la presencia del histórico baterista Steven Adler como invitado especial en el tema “Out ta get me” y versionó, en distintos pasajes de las poco más de dos horas y media de recital, verdaderos clásicos de la historia del rock como “Wish you were here”, de Pink Floyd; “The seeker”, de The Who”; y “Layla”, de Eric Clapton, además de los ya tradicionales “Live and let die”, de Paul McCartney, y “Knocking on heaven´s doors”, de Bob Dylan.
La formación se completó con el histórico tecladista Dizzy Reed, quien se destacó con algunos solos de piano; la también tecladista y corista Melissa Reese; el imponente baterista Frank Ferrer; y el guitarrista Richard Fortus, una especie de “hijo no reconocido” de Johnny Thunders, el legendario miembro de New York Dolls.
La banda, que presentó una escenografía con escaleras, pantallas con interesantes gráficas y su habitual despliegue de fuegos artificiales, se mostró de menor a mayor y, como si fuera ganando confianza con el correr de las canciones, alcanzó sus momentos más inspirados en la segunda mitad del concierto.
El título de esta gira regreso “Not in this lifetime” significa “no en esta vida”, respuesta dada por Axl Rose y Slash cuando fueron consultados hace tiempo atrás sobre una hipotética reunión del grupo y ahora, que lo que parecía imposible se dio, la dinámica entre ambos sobre el escenario se muestra ambivalente, con algunos momentos de interacción y muchos otros de competencia subliminal.
El audio de la famosa melodía con la que finalizaban las caricaturas de la Warner anunció el inicio del recital, con las reconocibles siluetas de McKagan, seguido por Slash y luego Axl Rose, quienes junto al resto, arremetieron en una seguidilla que incluyó “It´s so easy”, “Mr. Brownstone” y “Chinese Democracy”.
Mientras Slash, con su tradicional galera negra, disparaba filosos fraseos y solos desde su guitarra; Axl Rose, con pañuelo rojo en la cabeza, anteojos, sombrero y campera negros, se desplazaba con corridas muchas más cortas y esporádicas que hace 20 años, pero con el mismo porte avasallante.
El cantante alternó pasajes en los que parecía luchar contra tonos a los que apenas podía alcanzar, como en el caso de “Better”, canción que dio la sensación de padecer más que de interpretar, con momentos gloriosos como en “Estrangled”, tema que le siguió, en donde realizó un impactante despliegue vocal.
Lo cierto es que los mejores momentos del vocalista coinciden con las performances más felices del grupo, y sus incursiones más opacas son disimuladas por su oficio, su carisma y la solidez de la banda.
“Live and let die”, “Rocket queen” y “You could be mine” mantuvieron la temperatura alta, mientras que McKagan puso la cuota punk con su interpretación de “Attitude”.
En un frenético sprint final, pasaron la intensidad de “Coma”; los floreos guitarrísticos de Slash, con una paleta que en plan “Hendrix” incluyó el homenaje a Nino Rota y su gran obra “El Padrino”, “Wish you were here” y “Layla”; y el toque vintage con “Sweet child of mine” y “Used to love her”
Tras la emocionante “November rain”, en donde una lluvia de fuego cubrió el fondo del escenario, y la coreada “Knocking on heaven´s door”, con fragmentos cercanos a la versión grabada por Clapton, la veloz “Nightrain” anunció que el final estaba cerca.
Sin demasiadas vueltas, el grupo, que a esta altura ya mostraba una incuestionable solidez, se reservó para los bises la emoción de “Don´t cry”, el homenaje a The Who y “Paradise City”, bajo una lluvia de papelitos, lenguas de fuego y pirotecnia que escupía el escenario.
Con un paso por el país, que incluyó un recital en Rosario y culmina en la noche de este sábado con otra presentación en River, Guns N´ Roses revalidó sus títulos de salvaje banda de rock, pero además demostró que los años no pasaron en vano y ganó en profesionalismo.