Boca igualó con Cruzeiro en Brasil y le alcanzó para clasificarse a la semifinal de la Copa Libertadores
Con sufrimiento, pero dio el paso. Boca empató 1-1 ante Cruzeiro en Belo Horizonte y se metió en las semifinales de la Copa Libertadores. Cristian Pavón marcó el tanto agónico que le dio la tranquilidad al elenco de Guillermo Barros Schelotto, que se medirá ante otro adversario brasileño, Palmeiras, para intentar alcanzar la definición.
En pos de revertir la serie, Menezes apostó a construir con calma, buscando, al menos desde la postura, no exhibir desesperación. Volcó al uruguayo De Arrascaeta sobre la izquierda del ataque, de cara a Buffarini, con la indicación de juntarse con Thiago Neves, pero sin demasiado condimento en sus incursiones ofensivas.
Guillermo plantó un Boca diferente. Con un tridente más combativo en el mediocampo y tres flechas: Pavón, Zárate como “falso 9” y el colombiano Villa. Sin temor a saltar líneas, con el objetivo de aprovechar los espacios que el 2-0 de la ida anticipó.
Entre la cadencia del local y el buen bloque que armó el Xeneize, la visita consiguió quitarle ritmo al partido. Cruzeiro, a su vez, denunció evidentes problemas en la elaboración. Sin embargo, algunos pelotazos cruzados también descubrieron grietas en el fondo. Allí radicó la señal de alarma para la ribera.
Sólo dos remates sacudieron la intrascendencia: uno de Pablo Pérez y otro de Silva, que forzaron las buenas intervenciones del arquero. Y un par de polémicas: el penal que pidió todo Boca a Sebastián Villa y que el delantero intentó fabricar con una soberbia actuación, y el gol anulado a Hernán Barcos por la jugada peligrosa de Dedé, el mismo que lesionó (involuntariamente) a Esteban Andrada.
En la segunda parte, el conjunto de Minas Gerais salió con mayor impulso, pero la misma sequía de ideas. Empujó, sobre todo mediante la pelota parada. Y accedió al descuento a los 12 minutos, tras una pelota parada y la aparición sorpresiva del ingresado Sassá, quien a los 25 segundos de entrar al campo gritó el descuento.
Podría decirse que la angustia para el elenco de Guillermo fue autogenerada. Porque había controlado sin problemas la primera etapa. Y en la parte complementaria discontinuó la presión y perdió la pelota con mucha facilidad. Eso envalentonó a los de Menezes.
Pero, con el ingreso de Gago, Boca volvió a lograr desinflar a su adversario. Incluso pudo haber igualado en el centro que rozó otro que tuvo minutos, Ramón Ábila, y que dio en el palo. Si la serie tuvo suspenso fue estrictamente porque el Xeneize lo permitió: a lo largo de los 180 minutos demostró ser mejor que Cruzeiro, que se quedó con diez hombres por la expulsión del descontrolado Dedé. Y buscará recuperar su mejor versión en las semifinales ante Palmeiras.