Trump cargó contra la prensa y prometió un nuevo decreto migratorio
El presidente Donald Trump, advirtió este jueves que “la prensa está fuera de control” por las últimas acusaciones periodísticas contra su gobierno y su presunta conexión con Rusia, y adelantó que “la semana próxima firmará un nuevo decreto para proteger al país” en referencia a su veto migratorio que fue suspendido por la Justicia.
El mandatario estadounidense hizo un recorrido por su primer mes de gobierno en una rueda de prensa y concluyó que “nunca hubo un presidente que haya hecho tanto en tan poco tiempo”, según la transmisión en vivo de la Casa Blanca.
“Para ser honesto, heredé un desastre, es un desastre, en casa y en el extranjero”, sentenció Trump e incluyó “la expansión de ISIS como un cáncer”, la firma de tratados comerciales “que matan puestos de trabajo” y “una nación infectada con drogas”.
“Acá las drogas son más baratas que un caramelo”, sentenció el mandatario.
Pese a esa pesada herencia, Trump sostuvo que su gobierno “está funcionando como una máquina bien aceitada” y responsabilizó de los traspiés que ha tenido hasta ahora a la oposición demócrata -“que se niega a confirmar a nuestro gabinete en el Senado”- y a la Justicia -“Estamos salvando vidas cada día aunque las cortes no nos lo están haciendo fácil”.
En el primer caso, Trump nominó formalmente al abogado Alexander Acosta, el primer hispano que entraría al gabinete, para que encabece el Departamento de Trabajo y le pidió a la oposición demócrata que no retrase su designación para comenzar a “hacer grande a Estados Unidos de nuevo”.
Trump nominó a Acosta, el actual rector de la Escuela de Derecho de la Universidad Internacional de Florida y uno de los pocos elegidos por el presidente que tiene experiencia en la función pública, apenas un día después de la renuncia de su primera opción, el empresario, Andrew Puzder, un hombre cuestionado por la oposición y la sociedad civil.
Pese a que el oficialismo republicano tiene mayoría en el Senado, Puzder era tan resistido que no consiguió los votos necesarios para ser confirmado al frente del Departamento de Trabajo.
En el segundo caso, Trump acusó a la Corte de Apelaciones federal de San Francisco de haberse equivocado al mantener la suspensión de su veto inmigratorio, una medida que provocó una ola de repudio y protestas dentro y fuera del país, y prometió que “la próxima semana firmará un nuevo decreto para proteger integralmente al país”.
Trump no dio detalles sobre cómo será el nuevo decreto migratorio, pero aprovechó la oportunidad para ratificar todas sus medidas migratorias: la construcción de un muro en toda la frontera con México -“no será como la que tenemos ahora, una que no existe o es un chiste”- y la imposición de sanciones contra las ciudades y los estados que actúen como santuarios para inmigrantes que viven ilegalmente en el país.
Pero sobre todo, Trump cargó este jueves contra los periodistas y los medios que publican información secreta y “las personas que dan esa información ilegalmente”.
Una y otra vez, el mandatario atacó a los medios de comunicación, a los calificó como “falsos”, “fracasados” y “desleales”, y anunció que dio la orden al Departamento de Justicia que investigue las recientes filtraciones “criminales” de información secreta que publicaron los principales diarios del país y que apuntan a una presunta conexión entre el entorno del presidente y el gobierno ruso, aún antes de la campaña electoral.
Durante la extensa rueda de prensa, Trump tuvo momentos verborrágicos, tapó sistemáticamente las preguntas de los periodistas, acusó a sus interlocutores de mentir y haber perdido la credibilidad ante la sociedad estadounidense y llegó, incluso a reclamar “un periodista que sea más amigable para la próxima pregunta”.
Tras mucha presión, Trump finalmente respondió que no tiene conocimiento que ninguno de los miembros de su campaña presidente haya tenido vínculos directos con el gobierno ruso.
Además aclaró que no tiene “ningún negocio, ningún préstamo ni ningún interés” en Rusia.
De la misma manera, el presidente intentó bajarle el tono a la primera renuncia en su gabinete, la salida de su asesor de seguridad, el general retirado Michael Flynn.
Flynn “no le dio al vicepresidente de Estados Unidos toda la información y luego no recordaba, y eso simplemente no es aceptable”, explicó Trump a la prensa, pero rápidamente acotó que sus conversaciones con el embajador ruso no estuvieron mal porque eran “parte de su trabajo”.