Sumergida en una grave crisis política, los surcoreanos eligen presidente
Corea del Sur acudirá mañana a las urnas para unas elecciones presidenciales marcadas por el caso de corrupción que forzó la destitución y detención de la mandataria conservadora Park Geun-hye y la tensión regional provocada por las pruebas misilísticas norcoreanas y la escalada verbal y militar del flamante gobierno estadounidense de Donald Trump.
Los comicios fueron convocados de urgencia, luego de que el Tribunal Constitucional confirmara en marzo pasado la destitución de Park, provocara un vacío de poder que conmocionó a la cuarta economía de Asia y abriera una campaña electoral corta y frenética.
En ese contexto, el liberal Moon Jae-in, quien encabeza la intención de voto, participó hoy de un acto en Busan -la segunda ciudad del país y uno de los principales bastiones tradicionales de los conservadores-, antes de realizar paradas en las ciudades de Daegu y Cheongju, en el centro del territorio, y hacer su gran cierre de campaña en la capital, Seúl.
El candidato del Partido Democrático (PD) lidera las últimas encuestas -realizadas el miércoles pasado ya que la ley electoral no permite sondeos en los últimos cinco días de campaña- con una intención de voto del 42,4%.
Más atrás, le siguen el centrista Ahn Cheol-soo, del Partido Popular, y el conservador Hong Joon-pyo, del Partido de la Libertad, la fuerza política de la ex presidenta Park, con una intención de voto casi igual de 18,6%.
Moon consiguió ampliar la ventaja con Ahn, con el que estaba casi empatado al inicio de campaña, porque el candidato centrista, tradicionalmente más inclinado a la izquierda, viró hacia la derecha en busca del voto conservador, un sector de la sociedad que quedó sumido en la decepción y la bronca tras el masivo escándalo de corrupción que tumbó al gobierno de Park.
El 10 de marzo pasado, la Corte Suprema de Corea del Sur aprobó la destitución de la primera presidenta del país por considerar que participó de la trama de sobornos y tráfico de influencias que incluyó a algunos de los principales empresarios del país, además de la mejor amiga de la ahora ex mandataria, Choi Soon-sil.
El escándalo sacudió los cimientos políticos y económicos de Corea del Sur e indignó a sus ciudadanos. Durante meses, cientos de miles y hasta millones de personas se manifestaron en Seúl y en las principales ciudades del país para pedir la renuncia de la ex mandataria.
Park, que está en prisión preventiva desde marzo y enfrenta una posible pena de cadena perpetua, está acusada de crear una red de tráfico de influencias con su amiga Choi Soon-sil, conocida como la Rasputina surcoreana, por la importante influencia que tenía sobre la ex presidenta.
Según concluyó la Justicia, ambas habrían obtenido sobornos de al menos tres grandes empresas -entre ellas Samsung, cuyo presidente también está encarcelado- por valor de unos 50 millones de dólares a cambio de obtener licitaciones o contratos millonarios con el Estado.
La corrupción no es un elemento nuevo en la política de Corea del Sur, pero por primera vez un escándalo de este tipo terminó con la destitución del presidente y, por ende, por primera vez la potencia asiática debe convocar a unas elecciones anticipadas desde el inicio de la democracia en 1987.
Por otra parte, los persistentes ensayos de armas de Corea del Norte, que junto a la dialéctica encendida de Estados Unidos han disparado la tensión en la península en los últimos meses, podrían beneficiar al conservador Hong, el único de los candidatos principales que apoya abiertamente un endurecimiento de la política con el vecino gobierno comunista de Pyongyang.
Según las encuestas, el conservador remontó 8,6 puntos porcentuales en el último mes -es decir durante el período en el que Corea del Norte lanzó tres misiles- y logró un empate virtual con el centrista Ahn, informó la agencia de noticias EFE.
Aún así, el candidato conservador recibió un difícil legado después de la caída del gobierno de su correligionaria. Hace cinco años, Park había ganado las presidenciales con el 51,6% de los votos.
Mientras los candidatos surcoreanos apuraron el paso para poder recorrer la mayor cantidad de distritos en la víspera de las elecciones presidenciales, el gobierno vecino de Corea del Norte también dijo presente con un editorial en su diario estatal, Rodong Sinmun.
En el texto, Pyongyang abogó por acabar con la confrontación entre las dos Coreas y abrir una “nueva era de reunificación” sin la presencia del partido conservador surcoreano en el poder.
Los conservadores han controlado el destino de Corea del Sur durante una década y durante ese período las relaciones con su vecino comunista del Norte se deterioraron significativamente.
Ambos países siguen técnicamente en guerra ya que el conflicto que los enfrentó entre 1950 y 1953 acabó con un alto el fuego en vez de un tratado de paz definitivo.