Salud

Tips para cuidar la piel en invierno

La llegada del invierno y sus bajas temperaturas pueden dañar nuestra piel, sobre todo nuestro rostro y las manos que están directa y permanentemente expuestas al frio, el viento y en algunos casos la nieve.

Las pieles sensibles son las más afectadas en esta época del año, debido a los cambios de temperaturas que sufrimos cuando pasamos del exterior a un lugar cerrado. Algunos de las consecuencias son el enrojecimiento de y desencadenamiento de un trastorno más serio como la rosácea. En estos casos, se sugiere tener a mano agua termal, o algún gel descongestivo que equilibre la temperatura de la piel.

En los casos de pieles secas, las mismas suelen deshidratarse con facilidad por la acción del frio y el viento, por lo que se aconseja contar con cremas untuosas (con más cuerpo que las que usamos en otras épocas del año), para generar una capa protectora y así mantener la barrera hidrolipídica que posee la piel en forma natural.

Las pieles grasas también necesitan su cuidado con productos no comedogénicos que puedan llegar a tapar los poros y provocar mayor oleosidad.

Dentro de las consideraciones generales no debemos olvidarnos del uso de protector solar, ya que las radiaciones UV llegan a nuestra piel aun en días nublados. En la actualidad contamos con cremas hidratantes de día que poseen protección entre 20 y 25 que es suficiente en esta época del año.

Tengamos en cuenta además que es una buena época para exfoliar la piel, con procedimientos como peelings para renovar las células y luego una buena hidratación que hará verla más lozana.

Las manos y las orejas también se encuentran expuestas al frío del invierno y pueden sufrir de lesiones como los sabañones (perniosis o eritema perneo). Se caracterizan por presentar enrojecimiento y tumefacción así como también causar picazón y dolor. Las lesiones se identifican fácilmente, porque son de color rojo azulado, desaparecen al presionarlas y se presentan frías al tacto.

Algunas sugerencias para evitar dichas lesiones son:

1. Cubrir las manos con guantes, las orejas con gorros y, en el caso de aparecer en los pies, usar medias térmicas y calzados con suelas aislantes.

2. Masajear las zonas propensas para estimular el flujo sanguíneo.

3. Aplicar cremas hidratantes que eviten la sequedad de la piel.

4. No exponer las manos ni los pies directamente a la estufa o al radiador pues los cambios bruscos de temperatura aumentan el riesgo de que se generen estas lesiones.

En general, el cuadro es benigno pero se debe consultar a un profesional para que la inflamación no se cronifique y pueda traer complicaciones como atrofia, deformidades o infecciones.

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