Indígenas de EEUU y México, en un frente común contra el muro de Trump
Primero fue el asombro de casi todo el mundo, luego la resistencia del presidente mexicano Enrique Peña Nieto y las voces contrarias que se levantaron también en Estados Unidos a través de actores, actrices, deportistas y famosos o reconocidos de todos los ámbitos. El proyecto de Donald Trump de construir un muro fronterizo con México nació, como era previsible, mal parido.
Pero ahora se conoce otro frente opositor con características tan particulares como potentes: el de distintos pueblos indígenas, tanto mexicanos como estadounidenses, que se unieron para fijar una posición indubitable: “No habrá muro”.
Existe un antecedente reciente para no tomar a la ligera esta movida de los pueblos originarios: en 2016, los Sioux y los pueblos Mdewakanton Dakota y Dine lograron cancelar el decreto del entonces presidente Barack Obama para construir un oleoducto en el estado de Dakota del Norte.
Sin embargo, Trump decidió revivir en enero pasado el decreto con el que se aprueba la construcción de este oleoducto, una obra que consideran depredadora del medio ambiente y destructiva para su hábitat milenario.
Ahora, los Sioux rechazan nuevamente la medida e hicieron un llamado a la movilización, no sólo contra este oleoducto sino también contra el muro fronterizo que Trump pretende construir.
Este megaproyecto del muro Trump, según informó el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, se extenderá 42 kilómetros en la fase inicial. Una segunda etapa sumará 243 kilómetros, además de 437 kilómetros de “reemplazo” en donde ya está instalada una cerca, a un costo total de 21.600 millones de dólares.
Hoy, enfrentando al cuestionado proyecto, se suman las tribus de Tohono O’odham; los Sioux de Standing Rock; Mandan; Hidatsa; Arikara; Waiú; Yaqui y Hopi, así como los pueblos campesinos, indígenas y mestizos de Cuetzalan, en la Sierra Norte de Puebla.
Y no se habla de sectores aislados o pequeños. La tribu Tohono O’odham, de Arizona, por ejemplo, tiene bajo su control 1 millón de hectáreas parcialmente fronterizas con México y más de 28.000 nativos.
Y entre todas las razones esgrimidas para oponerse al muro, existe una ancestral: las tribus Tohono O’odham, Sioux y Yaqui ya no podrán desplazarse libremente entre los estados de Sonora y Arizona para seguir compartiendo tradiciones comunes, tal como sucede en la actualidad con la presentación de una credencial especial extendida a tal efecto.
Por tal razón, José Verlon, vicepresidente de la tribu Tohono O’odham, no dudó en advertir que “el muro se va a construir sobre mi cadáver; no me quiero morir, pero deseo luchar y trabajar junto a mi pueblo para que realmente podamos proteger la parte de este lugar llamado Estados Unidos; no solo para nuestra gente sino para el pueblo estadounidense”.
Por su parte, el jefe de la tribu Sioux de Standing Rock, Dave Archambault, advirtió al sitio web Hijos de la Tierra que “el presidente Trump tiene la obligación legal de respetar los derechos que nos reconocen los tratados y garantizar que todo el proceso para la construcción del oleoducto sea justo y razonable”.
Al mismo sitio web que se especializa en la problemática indígena, Kandi Mossett, miembro de las tribus Mandan, Hidatsa y Arikara, aseguró que expresarán su solidaridad con protestas a lo largo y ancho del país. “Necesitamos un movimiento masivo de desobediencia civil y que los ciudadanos expresen su solidaridad con Standing Rock”, explicó.
Por su parte, el medio mexicano Proceso recordó que en junio de 2013, el organismo de la ONU para la Cultura (Unesco) inscribió en la Lista del Patrimonio Mundial la reserva de la biósfera integrada por “El Pinacate y El Gran Desierto de Altar”, en Sonora, que ahora podrían ser afectados por la construcción del muro de Trump.
Los indígenas Tohono O’odham, a los que se conoce en México como “pápagos”, advirtieron también que el muro será un golpe más para su lengua y cultura ancestrales ya en peligro desde hace tiempo por la división. Y por eso solicitaron el apoyo del gobierno mexicano para presentar una queja ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Para analizar y unificar posiciones contra el muro y otras cuestiones que afectan su medio ambiente, también se realizó en Cuetzalan la 18ª Asamblea en Defensa del Territorio, de la que participó también el Frente de Pueblos Indígenas en Defensa de la Madre Tierra.
Este Frente de Pueblos Indígenas está conformado por un conjunto de comunidades, científicos, académicos, campesinos, organizaciones y ciudadanos en general, interesados en defender el medio natural que aún existe en México, así como los derechos de los pueblos indígenas que han pertenecido y cuidado este territorio desde hace siglos.
A su vez y consultada sobre el tema, la Premio Nobel de la Paz guatemalteca, Rigoberta Menchú, dijo creer que lo del muro “es un distractor, a veces una cortina de humo”.
“Los pueblos siempre se van a querer, tanto del otro lado (Estados Unidos) como de éste. Y lo más importante es que cualquier muro tiene vigencia, es decir que no dura para siempre”, finalizó.