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Argentina dejó muchas dudas y empató con Venezuela

El seleccionado argentino de fútbol empató por 1-1 con su par de Venezuela, el peor equipo de las eliminatorias sudamericanas, en un partido decepcionante que complicó sus chances de clasificar al Mundial de Rusia 2018.

Por la 16ta fecha y en el estadio Monumental, Jhon Murillo abrió el marcador para Venezuela a los 4 minutos del segundo tiempo pero a los 8m. llegó el empate a través de Rolf Feltscher, en contra de su propia valla.

El equipo dirigido por Jorge Sampaoli, quien debutó como local, sumó una nueva frustración en el camino hacia Rusia 2018 que a dos fechas del final del certamen clasificatorio está cada vez más complicado.

Argentina, que salió a la cancha sabiendo los resultados de Chile y Colombia, quedó con 24 puntos en la quinta posición que brinda un repechaje ante Nueva Zelanda.

El equipo nacional, a 24 años del histórico 0-5 ante Colombia en el mismo escenario, repite una historia negra y sufrirá por demás para lograr una clasificación que ya no depende de sí mismo.

Argentina, en el primer tiempo, mostró una mejor imagen que ante Uruguay pero en esta ocasión falló en los metros finales y convirtió en figura al joven arquero venezolano, Wuilker Fariñez.

Fue un buen arranque de partido para los dirigidos por Jorge Sampaoli, quien por primera vez pisó el estadio Monumental, la casa del club de sus amores, como entrenador del seleccionado nacional.

El equipo nacional tuvo 30 minutos iniciales muy buenos pero no pudo quebrar esa racha de sequía maldita que acompaña desde aquel gol, de penal, de Lionel Messi (a los quince minutos del primer tiempo) en la victoria sobre Chile por 1-0 en marzo y con Edgardo Bauza todavía como entrenador. Y que, en el entretiempo, con 300 minutos se convirtió en la peor de la historia.

Pasó Bolivia en La Paz, también Uruguay en Montevideo y llegó Venezuela en Buenos Aires. Argentina fue ampliamente superior a su rival pero era lo previsible porque es el último en la tabla, sin su capitán y referencia en Europa, Tomás Rincón, y con un equipo en pleno proceso de renovación que le abrió las puertas a varios integrantes del histórico segundo lugar en el Mundial sub 20 de Corea.

Uno de ellos, el arquero Wuilker Fariñez, se presentó ante las miradas del fútbol a los tres minutos tapando un remate débil de Mauro Icardi, quien quedó mano a mano luego de una buena habilitación de Javier Mascherano. El subcapitán debutó como defensor en la selección y en la primera mostró sus buenas credenciales de número cinco pero su actuación fue de mayor a menor.

Icardi, el “9” más pedido por la gente en el último tiempo, corrió la misma -mala- suerte que su antecesor Gonzalo Higuaín. El delantero de Inter, de Italia, tuvo en el primer tiempo cinco ocasiones para romper el cero pero no se le pudo dar.

En la segunda etapa, el rosarino tuvo otra ocasión clara pero sintió un contacto de atrás y no pudo patear cuando estaba mano a mano con Fariñez.

Mal comienzo para la historia de Icardi en el seleccionado ya que luego fue reemplazado por Javier Pastore.

En algunas, como en la primera, no estuvo preciso pero en otras fue bloqueado por la defensa venezolana.

Argentina fue mucho más que Venezuela y mereció el gol porque también tuvo a un picante Lionel Messi pero también por el buen inicio de Angel Di María. La llave del ataque argentino por izquierda.

El rosarino cambió la imagen del partido ante Uruguay y fue el arma más peligrosa de la ofensiva porque habilitó en tres oportunidades a Icardi y fue imparable para Víctor García.

No obstante, Di María y los partidos definitorios no son compatibles (recordar las ausencias en las finales de Brasil 2014, Chile 2015 y Estados Unidos 2016) y a los 24 minutos del primer tiempo se terminó lo que habían sido sus mejores intervenciones en su última etapa en la selección.

El equipo sintió el golpe y, aunque Acuña ingresó bien en el partido, se perdió la intensidad de los primeros 20 minutos de juego.

Las chances de gol no cesaron porque el “Huevo” se vistió de Di María y tiró un buen centro para Icardi pero el cabezazo rebotó en la defensa.

Banega y Messi, esa sociedad que no termina de formarse, también lo tuvieron pero el remate del primero fue rechazado milagrosamente por Chancellor y el del crack fue atajado por Fariñez, la figura “vinotinto”.

La historia del segundo tiempo fue distinta porque el equipo no salió con la misma actitud y la muestra de ello fue el baldazo de agua congelada que significó el gol de Jhon Murillo.
El joven venezolano recibió un buen pase de Córdova y definió con clase por sobre “Chiquito” Romero.

Mal retroceso de Argentina luego de un mal pase en mitad de cancha, algo que se repitió durante toda la segunda etapa.

El suplicio de la desventaja duró poco porque Acuña se iluminó y luego de una gran jugada por izquierda tiró el centro que el defensor venezolano se encargó de meter adentro del arco.
La esperanza de revertir el resultado también fue efímera porque el equipo cayó en un pozo del que no pudo salir.

Ese pozo de la Messi-dependencia que también hizo crecer a Venezuela en el partido. Aprovechó mejor los contraataques y tuvo dos tiros libres en la puerta del área que Salomón Rondón no pudo transformarlos en peligro para Romero.

Aún así Messi no esquivó la responsabilidad y fue lo más claro en Argentina en ataque aunque por momentos dio la sensación de que sus compañeros juegan en otra frecuencia. Primero, asistió a Benedetto, quien ante la posibilidad de patear prefirió controlar y la pelota se le fue.

Lo mismo sucedió con el otro ingresado, Javier Pastore, que recibió un pase en el área pero no supo qué hacer con la pelota. El cordobés también lo tuvo al final pero el arquero le adivinó la intención.

Argentina terminó desdibujado, con Messi cabizbajo como en las peores épocas y sin la profundidad para un rival que jugó un partido inolvidable e histórico.

Ahora, la albiceleste recibirá en octubre al Perú de Ricardo Gareca y cerrará con Ecuador en la altura de Quito.

Muchas incógnitas en torno a un equipo con un nueva conducción pero con los mismos errores del pasado.

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