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Sandleris, flamante presidente del Banco Central: “Ni loco compraría dólares en este momento”

El mercado no acompañó a Guido Sandleris en sus primeros días como presidente del Banco Central. Pese a que el último miércoles se anunció el nuevo acuerdo con el FMI y los detalles del programa monetario, los días siguientes estuvieron marcados por una alta volatilidad: el viernes el dólar cerró a $41,89 y el riesgo país subió 31 puntos. Sin embargo, el exfuncionario de Hacienda considera que esos días fueron una “transición”, ya que “el plan arranca el lunes [por mañana]”.

De hecho, confía tanto en el nuevo esquema que afirmó que “ni loco compraría dólares en este momento”, más allá de que la divisa pudiera llegar a desafiar circunstancialmente por algunas jornadas el techo de la zona de libre flotación que definió esa entidad en $44, dado que descuenta que al mercado le tomará “un par de semanas” adaptarse al nuevo programa. Luego de esa transición, dice, la inflación “empezará a bajar en los próximos meses” y “dejaremos de lado la obsesión actual con el dólar y podremos enfocarnos en lo que necesita la economía”.

Con signos de cansancio, tras largas jornadas de intensa actividad, el funcionario -que se reconoció como uno de los “padres” del plan- recibió a La Nación en su nuevo despacho en la tarde del viernes acompañado de la “repatriada” economista Verónica Rappoport, que lo acompañará en su gestión como vicepresidenta segunda.

-El miércoles anunció el nuevo acuerdo con el FMI y un nuevo plan de estabilización, pero en las 48 horas posteriores se desestabilizó más el mercado. ¿Por qué cree que sucedió?

-Lo primero es que el anuncio fue ese día, pero el plan arranca el lunes [por mañana]. Estos dos días quedaron como una “transición”. No se puede juzgar el nuevo esquema, que tiene por corazón una política monetaria muy restrictiva y que apunta a asegurar que la economía volverá a anclar sus variables nominales [inflación, tipo de cambio], por estos dos días. Recién el lunes arrancan las licitaciones de letras de liquidez (Leliq), que nos van a permitir regular el retiro de pesos.

-¿No cree que la reacción que mostró el mercado en estos días puede complicar el inicio del nuevo esquema?

-No. Creo que, por el contrario, nos ayudará a ir construyendo la credibilidad del sistema, porque hicimos lo que dijimos que haríamos: el dólar se movió para arriba, pero no salió de la zona de no intervención y no intervinimos. Es una regla que vamos a respetar.

-Una de las cosas que habría generado desconfianza es que el Central dijo que recurrirá a instrumentos que no dieron resultado para calmar al mercado en el pasado reciente, como la suba de tasas y el mecanismo de subasta de dólares?

-Algunos instrumentos pueden ser los mismos o parecidos, pero lo que vamos a hacer es muy distinto a lo que se venía haciendo y apunta a la raíz del problema que tenemos en términos de inflación y de volatilidad; cuando el mercado lo comprenda, será efectivo.

-¿Por qué está convencido?

-Porque el objetivo de aumento cero en la base monetaria implica que vamos a estar evitando que haya pesos sueltos dando vuelta en la economía que puedan alimentar la demanda de dólares. Y porque, además, ya no vamos a manejar la tasa de interés, que pasará a estar determinada por la oferta y demanda de pesos. Uno no puede manejar a la vez la cantidad de un bien y su precio. Nosotros lo único que haremos es explicitar qué cantidad de dinero necesitamos absorber por día. No me importa cuánta demanda de dinero haya, no vamos a emitir un peso más.

-¿Entonces el lunes se calma todo?

-No. Esto no funciona así. Siempre que se pone en marcha un esquema nuevo hay un período de transición y adaptación del mercado hasta que se acomoda a las nuevas reglas y las señales que va dando el Central.

-¿Cuánto cree que va a durar ese período de adaptación?

-Un par de semanas.

-¿Y cómo imagina el día después de ese aprendizaje?

-Después viene una etapa en la que recuperamos anclas nominales y la inflación va a empezar a bajar en los próximos meses, no con el dato de septiembre, porque está jugado, tal vez tampoco en octubre, pero sí de allí en más progresivamente. Dejaremos de lado la obsesión actual con el dólar y podremos enfocarnos en lo que necesita la economía para ser más competitiva y volver a crecer.

-¿Qué pasa si mañana el dólar llega a $44?

-Nos vamos a manejar en las tres zonas: de no intervención entre $34 y $44, de intervención de venta (arriba de $ 44) o de compra de reservas (debajo de $34). Obvio que estamos preparados para cualquiera de los escenarios y ya anunciamos qué vamos a hacer en cada uno de manera explícita, así que la gente sabe qué puede esperar de nosotros en cada escenario. Lo que está seguro es que el lunes empezamos con las licitaciones de Leliq, que serán en horas del mediodía todos los días hábiles y de ahí surgirá la tasa que tendremos que pagar para absorber esos pesos.

-¿Cree que los US$150 millones por subastar si supera los $44 alcanzarán para reubicar el billete en la zona de no intervención?

-Se suele decir que el sistema de subastas no funcionó, pero en julio provocó una baja del 5% del dólar cuando el Tesoro licitaba primero US$100 millones por día, después US$75 millones y después US$50 millones y con un tipo de cambio más bajo que el de ahora. Este es un mercado que es poco profundo. Nosotros creemos que servirá, más allá de que algún día pueda parecer que no, porque por cada dólar que subastemos estaremos absorbiendo muchos más pesos que antes. Lo que hay que entender es el efecto en lo monetario que tendrán esas subastas: si vendiéramos US$150 millones por día de acá a fin de año, habremos reducido solamente por esa vía casi 30% la base monetaria. Una caída de esa magnitud la dejaría en niveles mínimos históricos y generaría tal escasez de pesos que reduciría al mínimo la demanda de dólares.

-¿El esquema monetario no es excesivamente restrictivo?

-El esquema que diseñamos apunta a que, en los momentos en los que uno debe ser más restrictivo en lo monetario, lo sea; y que cuando encuentre espacio para ser más laxo, automáticamente también lo sea.

-¿Hasta cuándo va a durar la recesión?

-No sé si como Banco Central tengo que hacer pronósticos acerca de cuándo comenzará a recuperarse la actividad económica. Es indudable que hubo varios factores y nosotros creemos que el año próximo la actividad debería recuperarse.

-¿Se evaluó la dolarización de la economía o un nuevo plan de convertibilidad?

-No. Lo desmiento categóricamente: nunca estuvo en nuestra cabeza volver a un régimen como la convertibilidad, porque ya aprendimos los problemas que genera.

-Una de las críticas de estos días fue por qué se explicitó tanto con cuántos millones va a intervenir el Central. ¿Por qué se hizo? ¿Lo pidió el FMI?

-No, este programa es de la Argentina y cómo lo presentábamos fue una decisión de este Banco Central. Creíamos que había que dar una señal muy clara de cambio. El esquema de metas de inflación había quedado rengo de credibilidad. Las intervenciones cambiarias no se entendían bien, por qué vendíamos un día y por qué no al otro. Parte de esa señal es el nuevo esquema, con el objetivo de la base monetaria, que había que reforzar con una señal clara de cómo iba a intervenir el Banco Central en el mercado de cambio.

-¿Por qué se fijó una flotación con bandas tan anchas? ¿No alimenta la volatilidad del dólar?

-Buscamos que el tipo de cambio tenga esa posibilidad de fluctuar, porque es un gran estabilizador de la economía en caso de shock externo. Por supuesto, creemos que hay que evitar las variaciones extremas, que son muy disruptivas. La idea es que el tipo de cambio tenga “juego”.

-¿Cómo se eligió el 3% mensual para la actualización de las bandas?

-Hay una parte de la inflación que tiene inercia. Entonces, por más que nosotros ahora seamos muy duros en lo monetario, eso no implica que la inflación será cero. En septiembre seguramente sea elevada y a lo mejor en octubre también. Tenemos una preocupación de que el tipo de cambio no se nos atrase demasiado. Miramos lo que son las proyecciones de inflación en los próximos meses y es un poco menos que eso.

-¿No cree que el deslizamiento extra del dólar de estos días dará un reimpulso a la inflación?

-En el nuevo esquema, el Central no tiene más una meta de inflación, aunque es nuestra preocupación central aplacarla. Además, la inflación no se define por lo que pase con el tipo de cambio en uno o dos días. Nuestra meta es que crezca 0% la base monetaria y si lo logramos la inflación va a caer.

-Cuando el Tesoro deba vender dólares, ¿habrá coordinación con el Central?

-No, el Tesoro es un jugador más en el mercado de cambios. Sabemos que recibirá en octubre un monto muy grande del FMI. Además, viene renovando los vencimientos que tiene de LETE. Va a tener que ir desprendiéndose de alguno de esos dólares, pero es algo que tendrá que manejar el Tesoro. Ellos tienen en claro que tenemos un mercado que no es muy profundo, no pueden vender de golpe US$500 millones, porque el mercado opera US$400 millones por día en estas últimas semanas. Van a tener que encontrar la forma de hacer esas ventas sin inundar el mercado de dólares.

-¿Se va a limitar la intervención en dólar futuro?

-No tenemos ninguna limitación al respecto más que las prudenciales que hay que observar en el manejo de este instrumento. La única es que, si se liquidan y tienen efecto en lo monetario, habrá que neutralizarlo. Si genera expansión de pesos, los tendremos que absorber.

-Desde mañana aumentarán tres puntos más los encajes bancarios para continuar con el desarme de Lebac. ¿Queda algún “supermartes”?

-Entre la depreciación del peso y con lo que ya se avanzó, ya no hay ningún “supermartes”. Hay que terminarlo porque es importante y porque creemos que parte de este nuevo esquema implica un reordenamiento en el cual el Banco Central opera directamente con los bancos.

-¿Qué haría usted mañana: compraría dólares antes de que llegue a $44 o entraría en un plazo fijo?

-Ni loco compraría dólares en este momento. Me parece que lo que vamos a ver es este Banco Central cumpliendo todo lo que anunció y eso hará que el peso preserve su valor. Me parece que hay instrumentos mucho más atractivos.

-En términos de independencia del Central, ¿cómo puede ser leído que el nuevo presidente llegue desde Hacienda?

-Es de público conocimiento que hasta hace un par de días yo era el viceministro de Hacienda. El ministro Dujovne es mi amigo hace tiempo y tengo gran respeto por él, pero el Presidente me encomendó ahora la tarea en el Banco Central, que es un organismo independiente. Mi rol ahora es perfectamente consistente. No veo ningún tema ahí.

-En los últimos días de la gestión de Caputo estaban negociando una ampliación del swap con el Banco de China. ¿Sigue en pie?

-Sí, está prácticamente cerrada una ampliación del swap con China por casi US$9000 millones, para totalizar US$19.000 millones. Eso se suma a las reservas.

Qué significa sentirse “uno de los padres de la criatura” que ahora será puesta a prueba

La llegada al Banco Central no tomó a Guido Sandleris por sorpresa, ya que siendo secretario de Política Monetaria del Ministerio de Haciendo trabajó en el diseño del nuevo esquema monetario junto al equipo del BCRA, que resultó en la propuesta que el Gobierno presentó al Fondo y que comenzará a implementarse a partir de mañana.

“La salida de Luis Caputo ya estaba prevista desde hace tiempo y se ve que al Presidente le pareció que yo era la persona indicada, para que no pasara lo que le sucedió a Caputo, que le tocó la difícil tarea de llegar a un BCRA y tener que implementar un programa que él no había diseñado”, contó este doctor en Economía por la Universidad de Columbia, magíster en Economía de la London School of Economics (LSE) y licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires (UBA). “Soy uno de los padres de la criatura. Trabajamos codo a codo con Gustavo Cañonero [vicepresidente primero]”, agregó.

Sandleris luce cansado, pero también confiado en lo que viene. Y es consciente de qué implica aceptar el cargo que el mismo Presidente le ofreció, pero que consultó con sus seres más cercanos antes de aceptar. “Es obvio que uno consulta este tipo de decisiones porque es un desafío enorme y es un honor”, reconoció este fanático de Boca y autor de libros de fútbol para niños.

Luego añadió: “La parte más complicada es que yo soy de perfil bajo y me dediqué a la academia, no estoy acostumbrado a la exposición que tuve estos días. Tengo muy claro que el de presidente del Banco Central no es un cargo popular, no inaugurás autopistas ni anunciás obras nuevas. Todavía no empezamos a hacer lo que dijimos que vamos a hacer y ya hay críticas”. En este sentido, contó cómo se sintió en sus primeras 48 horas de gestión desde el anuncio del miércoles: “Dentro de todo, salvo excepciones, fueron bastante generosos en los perfiles que escribieron”.

Su número dos

Pero Sandleris no llegó solo al BCRA; trajo a su compañera de curso de la UBA Verónica Rappoport, que estaba viviendo en Londres, donde se desempeñaba como profesora de economía en la LSE.

“Es un lujo que haya venido una economista como Verónica de Inglaterra a trabajar acá al Banco Central. La convoqué por su capacidad de análisis en macroeconomía y economía internacional, y porque es una de las mejores economistas que vi”, dijo Sandleris, en referencia a su vicepresidente segunda, que estuvo presente durante la entrevista.

Rappoport, que regresa al país luego de 18 años en el exterior, estudió economía en la UBA, hizo la maestría en la Universidad Torcuato Di Tella y tiene un doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. De esta manera, Sandleris ya cumplió con uno de los pedidos de Christine Lagarde e incorporó a una mujer en la mesa chica del Banco Central.

(Fuente: La Nación)

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