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Alerta mundial por hepatitis aguda en niños: las hipótesis de cómo llegó al país la enfermedad

En el mundo, la hepatitis aguda grave está en boca de todos. Ahora, mucho más en nuestro país ya que lamentablemente un nene de 8 años de Rosario se transformó en el primer caso en Argentina en experimentar este cuadro severo, que ya afecta a más de 200 niños en cerca de 17 países.

Especialistas consultados por Clarín se refieren a las posibilidades de que esté asociado a los adenovirus y no descartan que estas manifestaciones pueden tener que ver con mutaciones más agresivas de una de sus variantes o con un déficit en las defensas de los chicos. También dan detalles sobre cómo podría haber llegado a nuestro país y las vías de contagio.

“La hepatitis es una inflamación del hígado. Normalmente, cuando un niño llega con síntomas gastrointestinales a una consulta, se suele buscar a través de la técnica PCR si tiene las hepatitis conocidas (A, B, C, D o E)”, explica Jorge Geffner, doctor de Bioquímica, profesor de Inmunología e investigador del Conicet. Y agrega: “En todos estos casos, no dan con ninguna de esas hepatitis y, en varios de ellos, están encontrando infección por adenovirus”.

En tanto, señala que aún “no hay una relación de causalidad establecida” como para confirmar que los cuadros de hepatitis aguda grave estén asociados a los adenovirus. “Por el momento es solo una sospecha”, suma.

Los adenovirus son una familia de 50 especies distintas de virus que, en su mayoría, generan infecciones respiratorias aunque, en algunos casos, también gastrointestinales: “Hasta ahora, ninguno de sus subtipos ocasionaba hepatitis en chicos sin patologías de base. Solo se conocían casos de pacientes inmunosuprimidos”.

Uno de los adenovirus que está en la mira es el F41, que genera síntomas gastrointestinales y se observó en varios de los casos analizados. “Se aisló el F41 en algunas muestras y habiendo 50 especies llama la atención la coincidencia”, advierte el investigador del Conicet, aunque insiste con que faltan estudios para contar con certezas.

Consultado sobre la posibilidad de que exista alguna vinculación entre este adenovirus y el SARS-CoV-2, Geffner asegura que, hasta el momento, no se encontró relación. “Algunos de los pacientes pediátricos con este tipo de hepatitis habían tenido Covid aunque en formas leves. Tampoco se encuentra vínculo con las vacunas, ya que la mayoría, por su edad, no habían sido inmunizados”, aporta.

En caso de que efectivamente estos cuadros tengan que ver con los adenovirus, Geffner maneja dos posibles hipótesis. “Una es que se haya desarrollado una mutación más agresiva de alguno de los subtipos. La otra es que, por el aislamiento extendido asociado a la pandemia, haya niños con una disminución en sus defensas que puedan estar teniendo una respuesta inmune más leve frente a estos virus”, destaca.

La transmisión general de los adenovirus, sigue Geffner, “es por vía respiratoria aunque en algunos casos también se da por vía oral-fecal, es decir, a partir del consumo de alimentos o agua contaminada. El infectado puede no presentar síntomas e igualmente contagiar”.

En este sentido, es que el virus puede haber llegado “en avión”, es decir, a partir de un caso importado de, por ejemplo, Reino Unido, donde se detectó el número más alto de infectados. Otra posibilidad es que el contagio se haya dado con los adenovirus presentes en nuestro país.

“En Argentina, tenemos circulación de adenovirus. Incluso se incrementa con el frío porque es la época en la que no ventilamos bien los ambientes y, además, porque con bajas temperaturas este virus tiene más chances de ingresar y colonizar las mucosas”, sostiene. “Si se trata de una mutación específica, lo más probable es que haya venido de afuera porque es raro que se hayan generado las mismas mutaciones en simultáneo en dos lugares”, afirma.

Si el niño presenta un cuadro respiratorio, no es necesario que se haga una consulta vinculada a la hepatitis (tal vez sí por otras patologías). En caso de que tenga diarrea, náuseas o vómitos sí sería recomendable descartar esta posibilidad, según el experto.

Sobre la sintomatología, Eduardo López, infectólogo pediatra del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, precisa que el cuadro de hepatitis aguda grave suele comenzar con dolor abdominal, diarrea y vómitos y que hay probabilidades de que los niños orinen de color oscuro.

A su vez, pueden presentar ictericia, cuando la piel o la parte blanca del ojo se torna amarillenta. “Esta es una señal de que el hígado está fallando. También cuando en un examen de sangre dan altas las enzimas hepáticas”, resalta.

“En 5 de 9 casos registrados en Reino Unido se detectó un mismo adenovirus, el F41. Aún no sabemos si todos los casos corresponden al mismo subtipo”, dice López.

Y coincide con Geffner en que “hay probabilidades de que el virus haya mutado para adaptarse” y que esta evolución hacia una forma más severa sirva para explicar los cuadros de hepatitis aguda grave como el del niño de Rosario.

Según el infectólogo pediatra, puede que esta forma más agresiva se haya desarrollado en nuestro país. “Los virus mutan con frecuencia, no necesariamente tiene que haber venido de Reino Unido o Estados Unidos, puede tratarse de un cambio local”, considera.

A su vez, destaca la importancia de sumar cuidados que apunten a evitar la transmisión oral-fecal. “El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) se refirió a este tema: hay que cocinar bien los alimentos y tomar agua segura. Se pueden agregar 2 o 3 gotitas de lavandina por litro de agua para eliminar este tipo de virus”, agrega.

La Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (SLIPE) lanzó una alerta epidemiológica a raíz de la aparición de 228 casos en todo el mundo de niños de entre 1 mes de vida y 16 años con este tipo de cuadros. Si bien la mayoría de los pacientes se recuperaron satisfactoriamente, remarcan que 17 necesitaron un trasplante hepático y hubo un fallecido.

A través de un comunicado, hacen mención a reportes preliminares que advierten sobre un aumento de casos de adenovirus. Y, en algunos casos, destacan el subtipo 41. Sin embargo, aclaran que “es posible que la identificación de adenovirus se deba a la mejora en las pruebas de laboratorio utilizadas, lo cual pueda representar un sesgo”.

Entre las recomendaciones, indican que es fundamental mantener una alta sospecha clínica para garantizar un diagnóstico temprano, notificar ante la aparición de nuevos cuadros, cumplir con los esquemas de vacunación (que incluyen hepatitis A, B y rotavirus) y respetar medidas de higiene respiratoria y lavado de manos.

Sobre la alerta, el infectólogo Roberto Debbag, presidente de la SLIPE, explica que “los pediatras de América Latina ya no hacían un diagnóstico que exceda la parte clínica y de laboratorio”, es decir que “no estudiaban la mayoria de los tipos de las hepatitis”. En este sentido es que el comunicado “viene a pedirles a los especialistas que estén atentos a estos casos, primero descarten los tipos conocidos de hepatitis (de la A a la E) y luego puedan analizar los nuevos cuadros para ver si están o no asociado a los adenovirus”.

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